Los trabajos de la recolección en las grandes propiedades agrícolas de Argelia, faltas de mano de obra en las épocas de la cosecha, atraían , desde finales del siglo XIX, a numerosa mano de obra procedente de Marruecos, sobre todo de las kabilas rifeñas comprendidas entre Guelaia y Bocoya, sin que faltara gente llegada incluso del lejano Sus, en la parte meridional de Marruecos. En 1906 se calculaba que unos 40.000 marroquíes acudían a los campos argelinos.
Al principio los componentes rifeños de esta singular emigración golondrina, se desplazaban haciendo el viaje a pie desde sus lugares de origen, ahorrándose el coste de un pasaje en barco que se hacía muy oneroso para aquellas gentes, generalmente de condición muy humilde.
Pero desde principios del siglo XX, con las disputas entre los partidarios del Roghi Bu Hamara y los del Sultán Muley Abdelaziz, desarrolladas en el territorio cercano a la frontera argelo-marroquí, hizo que los caminos fueran cada vez más inseguros, por lo que la mayoría de los emigrantes optaron por efectuar el viaje en barco. Siendo Melilla el único puerto habilitado para el tráfico marítimo entre Tetuán y Orán, punto de destino de los desplazados, hacia Melilla llevaron sus pasos los fellah rifeños.
Los kabileños hacían el recorrido pie desde sus casas. Los más cercanos a Melilla, iban directamente de su domicilio al puerto. Buena parte de los más lejanos llegaban con anterioridad y se alojaban en una de los dos posadas que entonces había en Melilla, ambas en el barrio del Polígono.
Posada del Fraile, en el barrio del Polígono
Una de ellas, la llamada del Fraile, en la calle Estopiñán, aún conservaba su estructura original a mi llegada a Melilla hace 32 años. Se había habilitado, a la manera de un fondak marroquí, cuando fue construido el barrio, hacia 1891, y era propiedad del farhani Mohammed ben Ali, conocido en Melilla como El Fraile, voluntarioso colaborador de las autoridades melillenses, quien tuvo una destacada intervención al finalizar la guerra de Margallo. Falleció en Farhana en 1920, ya octogenario.
La otra posada se hallaba en los números 3 y 5 de la calle Álava. En 1903 llegaron a alojarse en las posadas hasta 1.800 kabileños. Cuando en el viaje de regreso de Argelia, el barco llegaba muy avanzado el día al puerto de Melilla, muchos se alojaban en estos fondak, hasta el día siguiente en que partían para su dxar.
El embarque
Ante la gran cantidad de rifeños en demanda de barco, algunas compañías navieras, generalmente francesas, inglesas e italianas vieron la oportunidad que se les presentaba y destinaron algunos barcos al enlace marítimo entre Melilla y Orán; al principio ninguna compañía naviera española tuvo interés en participar en el reparto de beneficios, beneficios que en algún momento se llegaron a estimar en medio millón de pesetas por temporada. Más tarde se agregaron algunas, en competencia con las tradicionales.
Los embarques, en fechas variables, se iniciaban generalmente a finales de abril o principios de mayo, según temporada, siendo el coste del pasaje, variable en función de la demanda, de unas 12 pesetas, el equivalente a seis días de trabajo para un jornalero en Melilla, pero que suponía, en el Rif, entre 20 y 24 jornales. A esta cantidad había que añadir las 2 pesetas que cada emigrante rifeño debía pagar como derechos de embarque a los jefecillos locales por el simple hecho de emigrar a Argelia. En abril de 1903, el consignatario de una compañía francesa, Samuel Salama, percibía las dos pesetas de cada viajero, cantidad que posteriormente entregaba al kaid, oficial u oficioso, de la kabila correspondiente. Tras la llegada del Roghi a la zona, a quien no gustaba nada esta emigración, que no podía controlar, este quiso seguir percibiendo el derecho anterior, a través de su Aduana, produciéndose varios incidentes que, en mayo de 1904, produjeron un muerto. Algunos de los emigrantes optaron por llegarse a Melilla en medio de la noche, para burlar la vigilancia de los secuaces de Bu Hamara.
El precio del pasaje era variable, pero no por la política empresarial de las compañías de navegación, sino por la capacidad en aquel del gran número de kabileños que todas las primaveras tomaban los vapores con destino a Orán.
Posadas del barrio del Polígono, situación (1913)
En 1903 fueron alrededor de 6.000 rifeños los que embarcaron para Argelia, al año siguiente 9.000 y en años sucesivos su número fue aumentando, de forma tal que cuatro años más tarde eran entre 15 y 20.000 los emigrantes que acudían al puerto de Melilla. En un solo día entraban en Melilla 3.000 rifeños en 1908, y podían embarcar entre de 2.000 y 3.000 emigrantes.
Todos transeúntes presentaban el mismo aspecto. Provistos de su parda chilaba rifeña, con la hoz al hombro, alpargatas de esparto en las manos, y dentro de la capucha, su sobria comida para el viaje, generalmente un trozo de pan, unos higos y unas cebollas.
En 1904, como se he dicho, eran compañías de navegación francesas, inglesas e italianas las que se repartían el pasaje. Los corredores rifeños, por cuenta de aquellas, voceaban a lo largo del muro X los precios del pasaje, al tiempo que agitaban los jaiques para llamar la atención. Si no conseguían el número de pasajeros esperado, y a medida que lo hacían los corredores de las demás compañías, iban bajando los precios, en dura competencia y en perjuicio de todas ellas. El 19 de mayo de 1904, comenzaron pidiendo 12,50, bajaron a 6 y terminaron ofreciendo el llamado ticket a 3 pesetas. A la semana siguiente (los viajes eran semanales), las compañías se pusieron de acuerdo, ofreciendo un precio único: 12 pesetas, pero los kabileños presentes, entre dos y tres mil, se negaron a aceptarlo, ofreciendo solo 2; como las compañías se mostraron intransigentes, embarcaron al día siguiente abonando 12,50. Poco después se rompió el acuerdo entre las navieras, y los precios llegaron a bajar hasta las 2 pesetas; el mínimo se alcanzó en el año 1905 en que, en el mes de marzo, se abonaron 1,50 pesetas por pasaje. Eso sí, como todos los pasajes, y tal como venía escrito en el ticket, sans nourriture, sin comida.
Esperando el embarque en la explanada de Santa Bárbara (1908)
En este período intervino un tercero inesperado : un barco austriaco que no quiso entrar en el pacto, y los precios volvieron a bajar de las 12,50 pedidas a 2,50. En ocasiones los buques se volvían a Argelia sin pasaje alguno por la negativa de los kabileños a aceptar el precio ofrecido. Alguna vez la intransigencia de las compañías hacía que la mayoría de los rifeños se quedara en tierra, como ocurrió en mayo de 1906; la cara de desolación de los kabileños animó a Miguel Bernardi a ofrecer su laud a un precio más reducido. En la primavera de 1909 eran tantos los solicitantes de pasaje que cerca de 300 tuvieron que quedarse en tierra con el pasaje pagado. La oportuna intervención del teniente Alemán, de la Guardia Civil, hizo que las consignatarias les devolvieran a unos las 3 pesetas de pasaje, y el propio teniente dio a otros 50 céntimos para que pudieran pernoctar en las posadas del Polígono. Las colas ante las oficinas de los consignatarios Carlos de Izaguirre, en el Muro X, Cattan y Benatar, en la calle Alfonso XII del Mantelete, o ,años más tarde , en la de Santamaría, en el nº 2 de la calle Chacel, fueron estampa obligada en la primavera de aquellos años.
Ante la oficina del consignatario (Rectoret, Muro X. mayo de 1912)
Este mismo espectáculo se sucedía año tras año en el puerto de Melilla.
Desde 1905, los rifeños de la zona de Alhucemas, singularmente los de Beni Urriaguel y Bocoia, lo hacían embarcando directamente en aquellas aguas, con lo que se notó una menor afluencia de kabileños a Melilla. En 1913 hasta 2.500 rifeños esperaban en la costa de Alhucemas para embarcar, a donde acudieron buques españoles, franceses y griegos.
La escenografía del embarque era siempre la misma. Una vez en posesión del ticket, aguardaban sentados en la plaza de Santa Bárbara; a la hora del embarque se ponían de pie y en largas filas caminaban hacia el puerto. Tomaban las lanchas que les conducían al barco, anclado en la rada, y durante este corto trayecto se les oía, invariablemente, entonar cánticos en los que se invocaba a Dios y se despedían de los suyos. Plegaria y despedida que Jaime Tur encontraba “unísona y majestuosa”
En Argelia
No solamente los trabajos de la recolección llevaban a multitud de rifeños a tirra de fransis, también los trabajos de preparación de los viñedos, la construcción de carreteras en Argelia, o los trabajos del ferrocarril de Uxda a Taurirt, como ocurrió en 1913, en que las obras mencionadas y la miseria extendida por el Rif debido a las malas cosechas produjo una demanda extraordinaria de pasajes, hasta el punto que no hubo barcos para todos y parte de los trabajadores tuvo que desplazarse por tierra.
También, desde agosto de 1903, la vendimia en los campos argelinos llevaba hacia aquel territorio por vez primera a varios centenares de rifeños. Su mejor vestimenta hacía sospechar al Telegrama del Rif, que no eran emigrantes económicos, sino gente que escapaba de los acontecimientos en la zona del Rif.
En Argelia se organizaban por grupos de 10 a 40 hombres, bajo la dirección de uno de ellos, que era quien se entendía con las autoridades argelinas, quienes preferían a los rifeños sobre otros colectivos marroquíes, por su conducta, generalmente ejemplar; estos cabecillas se hacían cargo igualmente de los jornales devengados por los integrantes del grupo. Desde Orán se repartían por todas las regiones agrícolas, fundamentalmente Tlemcen, Beni –Bel-Abbès y Mascara, moviéndose de unos territorios a otros por ferrocarril, por un precio previamente pactado por los jefes de grupo con los jefes de estación. Nunca se hacían la competencia entre los grupos. Si un grupo aceptaba como salario 2 francos diarios, los demás se mostraban conformes. Si uno era despedido, los demás dejaban el trabajo por solidaridad.
Regreso de Argelia, desembarco en el muelle (1912)
El regreso
Los emigrantes comenzaban a volver a sus kabilas de origen desde los últimos días de junio, terminada la recolección ; de nuevo volvíanse a ver la plaza de Santa Bárbara y las calles del Mantelete llenas de rifeños. Algunos volvían con un pañuelo de colores en la cabeza, distintivo de su estancia en Argelia. Muchos volvían muy enfermos y agotados por la dureza del trabajo.
Al llegar a Melilla, y una vez pasado el control de la policía, se reunían por grupos, se sentaban directamente en la calzada, alrededor del jefe de cuadrilla, y hacían las cuentas del viaje , contando los duros y haciendo montones de monedas con la calderilla, teniendo los dedos como única calculadora. Repartido el dinero y estando todos conformes, los grupos se deshacían, y mientras unos volvían inmediatamente a su kabila, otros se paseaban por Melilla haciendo las compras necesarias en los establecimientos de efectos morunos del Mantelete, mientras otros, los que debían desplazarse más lejos, aguardaban el nuevo día en las posadas del Polígono .
Control de policía (Muro X, 1912)
En 1909, los que volvían de Argelia en plena campaña del Rif, se negaron a desembarcar en Melilla, ante la posibilidad der ser retenidos, continuando su viaje hasta Tánger, prefiriendo hacer a pie los seis días o más de marcha entre esta ciudad y sus kabilas de origen; algunos optaron por permanecer en Argelia hasta el final de la campaña. Se creía que generalmente cada rifeño llegaba con unas 100 a 250 pesetas ahorradas, aunque en este año , apenas habían llegado a las 100 pesetas, parte de las cuales tuvieron que gastar en la continuación del viaje hasta Tánger y su vuelta a la cabila, con lo que les esperaba un año de miseria hasta la siguiente emigración.
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