Abdeselam,ministro de Hacienda, Pajarito y Benhali en Cala Bonita |
El periodista Hernández Mir escribía en 1926 (Alianza contra el Rif) que la organización de la Hacienda era la obra más perfecta de las iniciativas emprendidas por la efímera Republica Rifeña y que en un corto espacio de tiempo había conseguido recaudar más de 12 millones de pesetas. Esta cantidad contrasta fuertemente con la de 600 millones que el propio Mohemmed ben Abdelkrim manifestaba a Roger-Mathieu (Memoires…1927) recaudada, no solo en la zona por él controlada sino incluso en la zona de influencia española, cantidad necesaria según él para atender los 200 millones del presupuesto de gastos de la flamante república, afirmación un tanto petulante e imposible de admitir. Para contrastar con tan disparatadas cifras tenemos las frías cifras del presupuesto global de ingresos del protectorado español en ambas zonas, occidental y oriental. Entre 1916, en que comienza a funcionar la hacienda, y 1932, es decir en un periodo de 15 años, la hacienda jalifiana recaudó, por todos los conceptos, 205 millones de pesetas en números redondos, y gastó, durante el mismo periodo 511 millones de pesetas, cubriéndose la diferencia con el presupuesto español; los 200 millones del presupuesto de gastos de la república rifeña equivalían al gasto del protectorado entre los años 1916 y 1927, y no puede compararse, en cuanto a dimensión, la organización político-administrativa y militar de éste con la de la república de Abdelkrim.
El ministerio de Hacienda rifeño, a cargo de Abdeselam, tío paterno de Si Mohammed (materno según Sigifredo Sainz, cautivo en Axdir), recaudaba básicamente por los rendimientos del Habus y el impuesto coránico del Axor, que Goded (Las etapas…1932) sustituye por el Tertib, un impuesto no tradicional, preconizado por las potencias europeas, que en su día provocó protestas populares en todo Marruecos, completando los ingresos las multas impuestas a poblados y kabilas y los derechos de zocos. Como gastos, siguiendo a Goded, figuraban los haberes de tropa y funcionarios y gastos diversos.
Para completar la organización del Estado, M’Hammed ben Abdelkrim, hermano del llamado cabecilla rifeñao, contrató en 1923 con el inglés Charles Alfred Percy Gardiner, supuesto capitán y financiero, la creación de un Banco del Estado rifeño, con facultad para emitir billetes, con no pocas contrapartidas a beneficio del inglés entre las que se incluían las famosas e inexistentes minas y toda clase de organismos y servicios en régimen de monopolio. Todo este montaje se deshizo poco tiempo después, pues el tal Gardiner resultó ser un estafador oportunista, sin medios materiales y financieros para llevar a cabo lo establecido en las cláusulas del contrato firmado.
Eso sí, como iniciativa singular, y sin que el citado banco del estado llegase a crearse, Gardiner envió al Rif una cantidad no evaluada de billetes de uno y cinco rifan que, como era de suponer, no llegaron a circular, y según Juan de España, seudónimo tras el que escribía el diplomático Sangróniz (La actuación…1926), fueron arrojados al mar por orden de Si Mohammed.
Un Riffan
Los billetes miden 12,50x 8 cm., tienen una estructura irregular y el papel es de mediocre calidad, por lo que no hubiesen resistido dos cambios de mano. De cualquier forma, tal como afirma Goded, los rifeños nunca hubiesen aceptado esta moneda, sin amparo de organismo emisor alguno ni una sólida y estable economía estatal que justificase su valor.
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