Con motivo de los últimos acontecimientos relacionados con el antiguo Sáhara español, en algunos medios de comunicación se hacía pública la opinión de que la buenas relaciones actuales entre Estados Unidos y Marruecos viene dada por el hecho de que este segundo fue el primer país en reconocer la independencia del primero.
Aunque la explicación dada en los medios de comunicación resulta bastante forzada dada la lejanía del hecho histórico que fundamenta el argumento, el propio proceso histórico que ha seguido a aquella efeméride parece desmentir tal opinión. Para encontrar hechos que justifiquen las relaciones actuales entre ambos estados creo que hay que retroceder a tiempos mucho más cercanos.
El Congreso americano aprobó la declaración de independencia el 4 de julio de 1776, independencia reconocida por Inglaterra, en Versalles, el 3 de septiembre de 1783.
Sultán Sidi Mohammed ben Abdellah
La primera intervención de los Estados Unidos en relación con Marruecos se remonta a 1785. Un bergantín norteamericano había sido apresado por los marroquíes y sus nueve tripulantes encarcelados. En ese año España envió una embajada a Marruecos, a la cabeza de la cual iba Francisco Salinas y Moñino, teniente coronel del Regimiento de Dragones de Pavía. Su objetivo era formalizar las buenas relaciones establecidas con el sultán Sidi Mohammed ben Abdellah tras el trance del asedio de Melilla de 1774-75, en la dirección del cual estuvo el propio emperador. Conocido el viaje Salinas, el representante americano en Madrid hizo las oportunas gestiones para que el accidental diplomático hiciera las gestiones necesarias ante el sultán con el fin de conseguir la puesta en libertad del bergantín y de los marineros presos en aquel país. Aceptado por el gobierno español, Salinas cumplió fielmente el encargo consiguiendo que Sidi Mohammed ordenara la liberación de barco y presos, al mismo tiempo que el Sultán se interesaba por que España hiciera de intermediario entre Marruecos y Estados Unidos para acordar una paz entre ambos paises (Morales.- La embajada…1913). Este posible acuerdo era muy ventajoso para la nueva república americana, pues la permitía que sus barcos pudieran navegar por las cercanías de la costa marroquí sin estar expuestos a los temibles abordajes de los piratas saletinos, en una época en que aquellos necesitaban encontrar mercados para su abastecimiento. (Orsatti.-Relaciones …1944)
A través de España, el congreso americano aceptó su mediación y para formalizar un tratado con Marruecos envió al cónsul en Francia Thomas Barclay en compañía del teniente coronel David Samuel Franks. Se firmó un acuerdo que, según Orsatti, fue el más completo de los firmados hasta entonces entre Marruecos y las naciones cristianas. Tiene fecha de 1º de Ramadan de 1200 (27 de junio de 1786), se componía de 25 artículos en los que se perfilaban las obligaciones de ambas naciones y se le dio una vigencia de cincuenta años. Desde entonces, los Estados Unidos no abonaba a Marruecos cantidad alguna por la seguridad de sus barcos, como lo hacían, sorprendentemente, la mayoría de las naciones europeas, pero enviaba regalos al Sultán por importe de unos quince mil duros. (Estébanez.- Manual del oficial…1844).
Sultán Sidi Mohammed ben Abdellah
En 1789 Sidi Mohammed ben Abdallah escribió una carta al general Washington, felicitándole por su nombramiento como primer presidente de la neonata república, carta que fue contestada por el segundo el 1 de diciembre de ese año. Para representar a los Estados Unidos en el país magrebí fue nombrado el ya citado Barcley, quien hizo su presentación al sultán el 31 de marzo de 1791, aunque falleció al año siguiente. Ese fue el inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque en ocasiones dicha representación fue asumida por algunos de los cónsules de los países acreditados en Tánger, capital diplomática del imperio. Durante este tiempo, la presencia diplomática de los Estados Unidos en Marruecos siempre tuvo un carácter más bien discreto, lejos de la que mostraban los representantes de Inglaterra, Francia y España, con mucho mayor protagonismo en la zona, inclinándose la república americana, cuando la ocasión lo requería, hacia países como Portugal, Bélgica , Suecia u Holanda, que ejercían de contrapeso a los manejos de las primeras (Kerdec-Cheny.- Guide….1888)
Entre 1791 y 1902 hubo veintiocho agentes americanos en Tánger. El que tuvo presencia más dilatada fue James Simpson, que siendo cónsul de los Estados Unidos en Gibraltar, pasó en 1796 a Tánger, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1820. Entre 1830 y 1831 la representación fue asumida por Inglaterra.
Tánger , Zoco Chico (1884)
El tratado de 1786 fue renovado por el cónsul Leir, en Mequinez, en el año 1836. Durante el periodo transcurrido no hubo incidencia notable que alterara las relaciones entre ambos países, con la excepción, en 1802, de la guerra declarada por Marruecos a los Estados Unidos con motivo del bombardeo que estos habían efectuado sobre Trípoli, pero no teniendo un efecto práctico en la realidad, pues ningún barco americano se puso al alcance del fuego marroquí, al año siguiente se reanudaron las buenas relaciones anteriores. (Meakin.- The moorish…1899). En 1818, hubo una gran alarma en Tánger al correr el rumor de que los americanos habían ocupado las islas Canarias. Por otra parte, algunas tripulaciones americanas, que habían sufrido un naufragio en la costa sur de Marruecos, habían sido detenidas y mantenidas en cautividad, por lo que el cónsul tuvo que negociar su liberación, con gran repercusión en su país de origen. En 1836, el nuevo cónsul, Mr. Cave, fue metido en prisión por el pacha de la ciudad, por lo que el gobierno americano parecía dispuesto a una actitud conminatoria con respeto a Marruecos, a lo que le empujaba también algunos proyectos de Inglaterra y España para dar incremento a sus respectivas posiciones con respecto al estrecho de Gibraltar y su control, todo ello, finalmente, sin grave repercusión en las relaciones Estados Unidos-Marruecos. (Martinière.- Souvenirs…1919)
Más serio fue el incidente causado por la intención de la república americana de ocupar la isla del Perejil en 1836, con el fin de establecer en ella una estación de carboneo para sus barcos; para ello se dirigió directamente al sultán Muley Abdarrahman. La actitud resuelta de Inglaterra, Francia y, sobre todo, de España, principal afectada, impidió que la idea se llevara a efecto. Otro rumor sobre el mismo intento circuló en junio de 1842, cuando el cónsul americano conferenció en Mequinez con el propio sultán, lo que hizo que España, junto con Inglaterra, la potencia europea de mayor influencia en el Majzen, estuvieran atentas al caso, sin que al final hubiera nada. (Becker.- España y Marruecos. 1903)
En 1862, durante la guerra civil americana, los marroquíes, inducidos por el cónsul de los Estados Unidos, detuvieron a dos emisarios de la Confederación que en la fragata Sumter , iban camino de Cádiz para tomar carbón, los cuales, tras una breve estancia de cárcel en el consulado de la república, fueron embarcados para su país. (Meakin.-The moorish…1899)
En 1868 se hizo cargo del consulado el coronel Felix Mathews, un californiano que se mantuvo en el cargo hasta 1893, intervalo de tiempo en el que fue sustituido en dos ocasiones. El perfil humano de este personaje, probablemente el más representativo de los cónsules norteamericanos que pasaron por Tánger durante el periodo considerado, lo encontramos descrito en Henri de la Martinére, quien lo conoció personalmente. Personaje pintoresco y simpático, al decir del francés, había combatido en la guerra de secesión. Su residencia, conocida como Mount Washington, en el monte de Tánger era lugar de reunión de las familias europeas. El coronel alemán Conring, que intentó vender armamento de los Krupp en Marruecos, sin éxito alguno, lo describe con trazos muy oscuros, acusándole, incluso, de vender la protección, a ciudadanos marroquíes, aquella forma, difícil de comprender con la distancia en el tiempo, de sustraer a la justicia de Marruecos a súbditos del sultán. Pero hay que descontar que en su obra, que el español Ramírez de Villaurrutia calificó como libelo de no envidiable fama, el alemán injuria a buena parte de los diplomáticos acreditados en Marruecos. (Conring.- Marruecos…1881)
La más interesante aportación de Mathews al conocimiento del Marruecos decimonónico es una memoria que, con el título de El Sus, el Uad-Nun y el Sahara, publicó en el Boletín de la Sociedad Geográfica americana donde, entra otras informaciones, da una versión particular sobre los límites meridionales del imperio marroquí.
Un personaje singular, Mr. Keel Lewis, ocupó la sede el consulado durante algún tiempo. Solamente se hizo notar por un incidente, acaecido en enero de 1888, al retener propiedades del habús de la mezquita de Tánger, contra la voluntad expresa del sultán, y más tarde, en 1889, fue cesado en el cargo como inductor de una polémica relacionada con una acusación de irregularidades entre los funcionarios de las legaciones. (Meakin.- The moorish…1899)
Las líneas que anteceden no son más que una síntesis de las relaciones entre Estados Unidos y Marruecos durante los siglos XVIII y XIX, pero de la que se deduce la escasa relevancia que los primeros han tenido en aquel país durante aquel tiempo. Después llegaron los protectorados de Francia y España, y más tarde las bases militares norteamericanas en territorio marroquí, y es desde entonces, según mi opinión, de donde datan las más estrechas relaciones entre ambos países.
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