sábado, 4 de julio de 2015

El barrió Hebreo


Publicado por Francisco Saro Gandarillas en Prensa-3, nº 4, 1982; Cuadernos de Historia de Melilla, nº 1, 1988, p. 145-148.


A mediados de 1902 aparece por la zona de Taza, ciudad marroquí a unos 100 Kms. de Melilla, un extraño personaje, de oscuro origen y que se hace pasar por el hermano mayor, Mohammed, del Sultán Abd-el Azuz. Repitiéndose hechos ocurridos frecuentemente en Marruecos, el supuesto hermano incitaba a los naturales de la zona a rebelarse contra la autoridad, con el fin de suplantarle, basándose en el rumor ampliamente difundido por el territorio, de que el Sultán estaba en manos de extranjeros; rumor fácilmente constatable ya que estaba a la vista de todo el mundo que el joven Abd-el Aziz se entusiasmaba con todo aquello que venia de Europa. En un país fuertemente fanatizado, no debla ser muy difícil arrastrar a la gente a una sublevación basándose en las anteriores circunstancias, puesto que el suplantador consiguió, en poco tiempo, alzar contra el Sheriff reinante, a todas las tribus de la región de Msun Abd-el Aziz intentó restablecer su autoridad por la forma habitual, es decir, cortando la cabeza a los principales levantiscos; para ello envió varias mehallas, pero con tal escaso resultado, que aquellas, fueron fácilmente vencidas por las tribus, llegando el suplantador a amenazar a la misma ciudad de Fez. De esta forma, Yilali ben Dis ez Zerhuni, conocido por el sobrenombre de Bu Hamara (el de la burra) y, mejor aún, por el Roghi, consiguió asentar su autoridad sobre las tribus orientales, llegando su brazo cruel hasta las cabilas próximas a Melilla.


Yilali ben Dis ez Zerhuni


Pero en todos los conflictos habidos en Marruecos siempre ha habido un perdedor habitual, cualesquiera que fueran las alternativas de las luchas internas: el hebreo; Elemento disperso por todo el territorio, el hebreo, laborioso y callado, ha sido sujeto pasivo de los infinitos e imprevisibles vaivenes ocasionados por el dramático transcurrir histórico mogrebí.


Taza, en poder alternativamente de los partidarios del Roghi y de Abd-el Aziz, fue sometida a una depredación tal, que la vida de los hebreos se hizo insostenible. Para escapar a su poco optimista porvenir, en una guerra en la que no eran participantes activos, la comunidad abandonó sus hogares, trasladándose a Melilla parte de ella, única ciudad donde podían sentirse a salvo de las contingencias caprichosas de una lucha que no era suya.


La llegada de 300 hebreos a Melilla supuso para la urbe un problema de alojamiento. En 1902, además de la ciudad alta, estaban en proceso de construcción o construidos, los barrios del Mantelete, Alcazaba, Buen Acuerdo, Santiago, Triana, Polígono y Carmen, todos ellos saturados de población. Diseminadas por distintos puntos se encontraban buen número de barracas, precaria solución al enorme déficit de viviendas.


Pero en Melilla siempre se ha dado solución, mejor o peor, al problema de los refugios que en esos primeros años del siglo no fueron pocos. A los hebreos de Taza se les concedió unos terrenos al pie del cerro de Horcas Coloradas, solventándose provisionalmente el problema por medio de unas tiendas de campaña cedidas por la Administración Militar; al mismo tiempo se les autorizaba a construir, por sus medios, sus propias viviendas.


De esta forma surgió lo que hoy es conocido por Barrio Hebreo, barrio que este año cumple el ochenta aniversario de su creación (1982). La colonia hebrea, antes de la llegada de los refugiados, tenía ya cierta importancia, incrementándose cinco años más tarde con los llegados de Marraquech y Casablanca.

Barrio Hebreo
 

Las primeras casas surgidas en el nuevo barrio eran copia de las existentes en el campo marroquí. Sobre la base de un patio central se adosan al mismo minúsculas habitaciones de piedra y barro, habitaciones que en raros casos sobrepasan los 12 metros cuadrados, y que comprendían, en una misma pieza, cocina, sala y dormitorio. Aquellas casuchas infames, hoy transformadas, no reunían las mínimas condiciones de habitabilidad y sanidad, sin saneamientos ni pozos negros. Por este motivo, en 1905, el general Segura decidió demolerlas y trasladar a los refugiados al campamento de Triana, donde se hallaban instalados los áskaris de la mehalla del Sultán expulsados pocos antes de la Alcazaba de Farhana. La orden de demolición fue pasada por alto, la mayoría de los hebreos siguió en el barrio. Un testigo de la época aseguró que el barrio no fue evacuado por los intereses de los “grupos de presión” de Melilla, propietarios bien asentados que se negaron a 'perder el saneado negocio de los alquileres fáciles. Hay que tener en cuenta que, como más tarde pasó con otros barrios de Melilla, la propiedad de las casas cambió muy pronto de manos ante la imperiosa necesidad de los refugios de conseguir medios económicos con los que sostener su precaria existencia.


 Barrio Hebreo

Barrio de subsistencia marginal, la miseria obligaba a aquella pobre gente a defender su vida en las condiciones más ínfimas, generalmente mediante la compra a crédito de máquinas de coser con las que confeccionaban sencillas camisas morunas a 25 céntimos la unidad. Si tenemos en cuenta que comer en el Hotel Asia del polígono costaba 3 peseta, podemos hacernos una idea de cuál era la ganancia de tan mal pagado trabajo.


Pronto tomó el barrio el aspecto de un típico mellah marroquí, con las fachadas pintadas de azul y manos abiertas contra el mal de ojo sobre aquellas, amuleto que hoy vemos en algunos coches del vecino país.


Barrio Hebreo. Año 1909

Barrio sucio y antihigiénico, las enfermedades epidérmicas, sobre todo de la vista, eran el pan nuestro de cada día. Y sin embargo, cuando el aumento de población motivado por la construcción del puerto y las campañas hizo que la demanda de viviendas creciese espectacularmente, los alquileres subieron de forma desmesurada, pagándose por una casa-cueva similares cantidades a las abonadas en los demás barrios. Poco a poco dejó de ser patrimonio exclusivo de hebreos instalándose en él algunos cristianos. El barrio se fue adecentando progresivamente hasta convertirse en lo que es hoy, un barrio periférico con cierto tipismo. En 1932, con la República, se puso el nombre actual de sus calles.

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