Publicado por Francisco Saro Gandarillas en Prensa-3, nº 4, 1982; Cuadernos de Historia de Melilla, nº 1, 1988, p. 145-148.
A mediados de 1902 aparece por la
zona de Taza, ciudad marroquí a unos 100 Kms. de Melilla, un extraño personaje,
de oscuro origen y que se hace pasar por el hermano mayor, Mohammed, del Sultán
Abd-el Azuz. Repitiéndose hechos ocurridos frecuentemente en Marruecos, el supuesto
hermano incitaba a los naturales de la zona a rebelarse contra la autoridad,
con el fin de suplantarle, basándose en el rumor ampliamente difundido por el
territorio, de que el Sultán estaba en manos de extranjeros; rumor fácilmente
constatable ya que estaba a la vista de todo el mundo que el joven Abd-el Aziz
se entusiasmaba con todo aquello que venia de Europa. En un país fuertemente
fanatizado, no debla ser muy difícil arrastrar a la gente a una sublevación
basándose en las anteriores circunstancias, puesto que el suplantador
consiguió, en poco tiempo, alzar contra el Sheriff reinante, a todas las tribus
de la región de Msun Abd-el Aziz intentó restablecer su autoridad por la forma habitual,
es decir, cortando la cabeza a los principales levantiscos; para ello envió
varias mehallas, pero con tal escaso resultado, que aquellas, fueron fácilmente
vencidas por las tribus, llegando el suplantador a amenazar a la misma ciudad
de Fez. De esta forma, Yilali ben Dis ez Zerhuni, conocido por el sobrenombre de
Bu Hamara (el de la burra) y, mejor aún, por el Roghi, consiguió asentar su
autoridad sobre las tribus orientales, llegando su brazo cruel hasta las cabilas
próximas a Melilla.
Yilali ben Dis ez Zerhuni
Pero en todos los conflictos
habidos en Marruecos siempre ha habido un perdedor habitual, cualesquiera que
fueran las alternativas de las luchas internas: el hebreo; Elemento disperso
por todo el territorio, el hebreo, laborioso y callado, ha sido sujeto pasivo
de los infinitos e imprevisibles vaivenes ocasionados por el dramático
transcurrir histórico mogrebí.
Taza, en poder alternativamente
de los partidarios del Roghi y de Abd-el Aziz, fue sometida a una depredación
tal, que la vida de los hebreos se hizo insostenible. Para escapar a su poco
optimista porvenir, en una guerra en la que no eran participantes activos, la
comunidad abandonó sus hogares, trasladándose a Melilla parte de ella, única
ciudad donde podían sentirse a salvo de las contingencias caprichosas de una
lucha que no era suya.
La llegada de 300 hebreos a
Melilla supuso para la urbe un problema de alojamiento. En 1902, además de la
ciudad alta, estaban en proceso de construcción o construidos, los barrios del Mantelete,
Alcazaba, Buen Acuerdo, Santiago, Triana, Polígono
y Carmen, todos ellos saturados de población. Diseminadas por distintos puntos
se encontraban buen número de barracas, precaria solución al enorme déficit de
viviendas.
Pero en Melilla siempre se ha
dado solución, mejor o peor, al problema de los refugios que en esos primeros
años del siglo no fueron pocos. A los hebreos de Taza se les concedió unos
terrenos al pie del cerro de Horcas Coloradas, solventándose provisionalmente
el problema por medio de unas tiendas de campaña cedidas por la Administración Militar;
al mismo tiempo se les autorizaba a construir, por sus medios, sus propias viviendas.
De esta forma surgió lo que hoy
es conocido por Barrio Hebreo, barrio que este año cumple el ochenta
aniversario de su creación (1982). La colonia hebrea, antes de la llegada de
los refugiados, tenía ya cierta importancia, incrementándose cinco años más tarde
con los llegados de Marraquech y Casablanca.
Barrio Hebreo
Las primeras casas surgidas en el
nuevo barrio eran copia de las existentes en el campo marroquí. Sobre la base
de un patio central se adosan al mismo minúsculas habitaciones de piedra y
barro, habitaciones que en raros casos sobrepasan los 12 metros cuadrados,
y que comprendían, en una misma pieza, cocina, sala y dormitorio. Aquellas
casuchas infames, hoy transformadas, no reunían las mínimas condiciones de
habitabilidad y sanidad, sin saneamientos ni pozos negros. Por este motivo, en 1905,
el general Segura decidió demolerlas y trasladar a los refugiados al campamento
de Triana, donde se hallaban instalados los áskaris de la mehalla del Sultán
expulsados pocos antes de la
Alcazaba de Farhana. La orden de demolición fue pasada por
alto, la mayoría de los hebreos siguió en el barrio. Un testigo de la época
aseguró que el barrio no fue evacuado por los intereses de los “grupos de presión” de Melilla,
propietarios bien asentados que se negaron a 'perder el saneado negocio de los alquileres
fáciles. Hay que tener en cuenta que, como más tarde pasó con otros barrios de
Melilla, la propiedad de las casas cambió muy pronto de manos ante la imperiosa
necesidad de los refugios de conseguir medios económicos con los que sostener
su precaria existencia.
Barrio Hebreo
Barrio de subsistencia marginal,
la miseria obligaba a aquella pobre gente a defender su vida en las condiciones
más ínfimas, generalmente mediante la compra a crédito de máquinas de coser con
las que confeccionaban sencillas camisas morunas a 25 céntimos la unidad. Si
tenemos en cuenta que comer en el Hotel Asia del polígono costaba 3 peseta,
podemos hacernos una idea de cuál era la ganancia de tan mal pagado trabajo.
Pronto tomó el barrio el aspecto
de un típico mellah marroquí, con las fachadas pintadas de azul y manos
abiertas contra el mal de ojo sobre aquellas, amuleto que hoy vemos en algunos
coches del vecino país.
Barrio Hebreo. Año 1909
Barrio sucio y antihigiénico, las
enfermedades epidérmicas, sobre todo de la vista, eran el pan nuestro de cada día.
Y sin embargo, cuando el aumento de población motivado por la construcción del
puerto y las campañas hizo que la demanda de viviendas creciese
espectacularmente, los alquileres subieron de forma desmesurada, pagándose por
una casa-cueva similares cantidades a las abonadas en los demás barrios. Poco a
poco dejó de ser patrimonio exclusivo de hebreos instalándose en él algunos cristianos.
El barrio se fue adecentando progresivamente hasta convertirse en lo que es
hoy, un barrio periférico con cierto tipismo. En 1932, con la República, se puso el
nombre actual de sus calles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario