Panteón de Margallo en el Cementerio de Melilla, Primer Patio.
Los muertos habidos durante la campaña de 1893 fueron enterrados en las cercanías de donde hoy se halla el mausoleo.
Según recuerda Llanos en su obra Melilla.1894, en febrero de este año, los primeros tenientes del Disciplinario, Manzano Valdés y Guiao Fernández, y el del regimiento Toledo, Peñuelas Calvo, propusieron la construcción de un mausoleo que reuniese los restos de los muertos en combate durante la campaña, idea que, recogida favorablemente, fue llevada a cabo mediante suscripción en la que colaboraron tanto particulares como organismos públicos y entidades privadas diversas.
Suele pasar desapercibido que el mausoleo recogió los cuerpos de los militares muertos, sino que también fue depositado el del paisano Antonio Alba Palomo, carrero muerto el 28 de octubre de 1893, cuando formaba parte del convoy que llevaba víveres y municiones a los fuertes de Cabreriza Bajas y Altas.
La idea de un mausoleo o monumento funerario ya había sido aportada por el corresponsal de Blanco y Negro, José García Rufino, en el texto siguiente.
BLANCO Y NEGRO. D.11-11-1893.P.744.
¡Pro Patria!
En el cementerio de Melilla, frente á la puerta de entrada y en el sitio más olvidado y obscuro, hay un rincón humilde donde crecen esas hierbas de la soledad y de la ruina; ni el ruido del mar ni la voz del viento llegan hasta aquel sitio de paz y de tristeza.
Allí no van las mariposas de tornasolados matices, porque no tienen flores donde dejar el impalpable polvillo de oro de sus alas.
-¿Dónde están enterrados los valientes del día 2?, pregunté al empleado al entrar en el cementerio.
-Allí, respondió, señalando el rincón á que me refiero.
Un montón de piedras cubre la tumba; junto á él, una carretilla donde se trajo la cal que como eterno sudario envolvió el mutilado cuerpo de los españoles….
Y nada más.
Sobre aquella tumba aún no ha caído una lágrima, ni una corona pobre y humilde ha venido á marchitarse sobre la tierra del sepulcro.
Aquel rincón grande, imponente, produce en el ánimo sensación extraña: es algo más que un montón de piedras: allá abajo duermen el sueño eterno muchos hombres, todos jóvenes, todos animosos, todos valientes.
Ese rincón del cementerio es para nosotros un lugar sagrado; la patria debe elevar allí un monumento digno y mañana, cuando nuestros hijos se detengan ante él, podremos decirles:
-Mirad, ahí duermen el sueño eterno unos valientes que dieron su vida por la patria.
NOTA: No tengo claro si el autor mencionado, José García Rufino (San Fernando, 1875-Sevilla, 1943), es el abuelo de la actriz Carmen Sevilla, del mismo nombre ("Don Celilio de Triana"). Si así fuera, y según su biografía, tendría, al llegar a Melilla, diecisiete o dieciocho años, lo que se me antoja una edad muy temprana para un corresponsal de guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario