Publicado por: Francisco Saro Gandarillas en Revista Aldaba nº5, 1985 (UNED Melilla)
1.- En el umbral de una nueva ciudad
(1859-1893)
No cabe duda
sobre las circunstancias extraordinarias que concurren en la formación de la
ciudad de Melilla, puesto que esta se completa en poco más de medio siglo.
Por ello el
espacio temporal que consideramos a continuación se caracteriza, en primer
lugar, por la existencia de un nuevo territorio de soberanía anteriormente no ocupado
ni siquiera dominado.
Aparecen, en
segundo lugar, los primeros barrios exteriores, fuera de los recintos históricos
donde se ha vivido durante cuatrocientos años. Este crecimiento urbano viene
solicitado por un crecimiento de población, en principio lento, de carácter
inmigratorio cuyo origen es en parte hebreo y en parte oriundo de la provincia
de Málaga.
El mismo
Tratado de 1861 que induce, complementado por la Ley de puerto de 1863 y R. D.
de 1864 sobre permanencia en el territorio, una superior actividad comercial,
crea asimismo las condiciones necesarias básicas para un aumento de población.
No puede
hablarse, sin embargo, de explosión demográfica puesto que el incremento de que
hablamos fue, en los años que restan del siglo, muy lento, si lo consideramos
en términos relativos a lo que podemos juzgar como una ciudad densamente
poblada. Así, por ejemplo, es necesario que transcurran veinte años para que se
doble la población civil de 1860, estimada solamente en unas 375 almas, aunque
es evidente que Melilla tiene ya el germen de la posterior explosión demográfica.
Solamente espera un acontecimiento extraordinario que la ponga en movimiento.
Tanto en el orden cuantitativo como en el cualitativo, y hasta la confección de los primeros padrones conocidos, en 1880, nos encontramos en una gran penumbra, por lo que en esta cuestión es preciso andar con una gran cautela.
No hay duda
sobre la llegada de hebreos comerciantes desde 1864. Quizá sea este hecho,
conjuntamente con los aumentos de guarnición militar, lo más característico del
movimiento poblacional hasta 1893.
En una plaza
ya suficientemente colmada, donde el primer recinto ya no admite mayor
población, este pequeño movimiento inicial es suficiente para prever un
crecimiento inminente. No es extraño, pues, que basado en el plan de ensanche de
fortificaciones de 1865, que ya preveía esta posibilidad, se aprobara en 1868
un proyecto de ensanche de la plaza que, aunque inoperante durante veinte años
desde el punto de vista urbano, puede decirse, con buena voluntad, que
constituye el primer plan de ordenación urbana de Melilla. Para que la ciudad
se expanda es preciso esperar a la creación del primer organismo municipal con
carácter de tal en Melilla: la Junta de Arbitrios, nacida en 1879.
En 1881 se
autoriza a Manuel Ferrer la construcción de unas viviendas de piedra y barro en
la Alcazaba, primero de los barrios construidos fuera del primer recinto. En
1884 vivían en el barrio 128 personas de una población de 1.204 almas.
Desde ese
mismo año —1881— comienzan a llegar varias familias hebreas procedentes de las cábilas
cercanas, especialmente Beni Sidel, quizá como consecuencia de la Conferencia
de Madrid de 1880 o disposiciones del Ministerio de Estado de 1881 acogiendo a
los hebreos orientales. Para albergar a esta población inesperada fue preciso
habilitar un barrio provisional de barracas de madera en el Mantelete interior.
Con el
constante incremento de población en este barrio y en el de la Alcazaba, las
autoridades piensan, al amparo de los fuertes que se construyen en el campo exterior,
en autorizar la construcción de un barrio en el campo citado; autorizado por el
Capitán General en 1886, se produce un interesante cambio cualitativo en la ciudad;
primero, por que se trata de ocupar terrenos asignados al ramo de Guerra, como
zona polémica en su totalidad, y segundo, porque se abandonan las antiguas fortificaciones
rompiéndose un corsé que había durado siglo y medio.
Así, por R.
D. de 29 de noviembre de 1888, nace el barrio del Polígono en el "Polígono
excepcional de tiro" a medio kilómetro de las murallas. Antes, en
marzo del mismo año, se autorizaba la venta de terrenos en el Mantelete
interior, excepción extraordinaria, pues por disposición de 1868 no estaba
permitida la venta de terrenos; en el barrio que nace al pie de la muralla del
segundo recinto se instala el principal comercio de Melilla. Ambos barrios, Polígono
y Mantelete, estaban con cluidos a finales de 1891. Las barracas que existían en
ese lugar pasan al Mantelete exterior separado del primero por una muralla que
divide dos colectividades de distinto orden social. Parte de los hebreos
ocupantes de las barracas se desplazan al barrio del Polígono que se convierte
así en un voluntario mellan.
En marzo de
1893 el primer recinto alberga 1.154 personas, el Mantelete 523, la Alcazaba
332 y el Polígono 1.022. Un total de 3.031 habitantes, de ellos, sola mente 523
son naturales de Melilla.
2.- De la ciudad presidiaría a la
nueva ciudad (1893-1909)
Este segundo
período urbano tiene, a su vez, características definidas que le independizan
del anterior y del siguiente.
En primer
lugar, hay un aumento inesperado de población motivado por la campaña de 1893.
Este aumento
de población que viene tras las tropas obliga a permitir el alojamiento de
barrios improvisados que nacen anárquicamente y al margen de la ley.
Se construyen
barrios nuevos de trazado regular pero mediatizados por las necesidades
militares.
Al final del
período surge el gran barrio residencial y comercial de Melilla, actual centro
urbano. Se han construido siete nuevos barrios sin previo proyecto de urbanización
general.
Como todos
los acontecimientos bélicos que en el futuro serán, la guerra de Margallo
acelera considerablemente el progreso urbano y poblacional de Melilla.
Un ejército
de 22.000 hombres concentrados en la zona cercana al centro actual, arrastra
tras de sí a buen número de esa población que vive en los alrededores de los
campamentos y de los cuales saca en subsistencia. Cantineros, buhoneros, reposteros...
Tras de ellos vienen los que, a su vez, en la "cadena biológica" humana, sobreviven gracias a aquellos.
Empleados, jornaleros, obreros... La
"ciudad presidiaría" de Rodrigo Soriano comienza a agitarse.
La autoridad
militar autoriza, ante la demanda de alojamiento, la construcción de cuevas y
chabolas sobre las laderas de Ataque Seco, en las cercanías de la cañada del
nuevo cementerio. Las barracas del Mantelete, por necesidades de las tropas,
pasan, en parte, al pie del cerro de Santiago donde se forma un nuevo barrio de
heterogénea población que se convierte en un auténtico "barrio chino".
Las cercanías
del barranco del Polígono se llenan de una abigarrada mezcla de chabolas,
cuevas y barracas.
La autoridad
militar, sentando un precedente, se arroga el derecho de admisión en esta nueva
tierra de promisión y vuelve a enviar a su lugar de origen al exceso de población,
muchos de cuyos componentes, logreros de ocasión, vienen a la aventura.
Si bien es
verdad que al terminar la corta y aparatosa campaña mucha población debe
abandonar la zona, el progreso de la población es más que proporcional al
tiempo que transcurre, alcanzando a final de siglo los 6.000 habitantes. Se ha doblado
en siete años.
A ello
contribuirá el ya mencionado auge comercial, el inicio de nuevas construcciones
y el aumento de la guarnición permanente que se dobla con relación a la existente
al inicio de la campaña.
En 1896 nace
el modesto proyecto de urbanización del campo intermedio entre el barranco del
Polígono y el Cerro
de San Lorenzo, adaptado al Plan de necesidades militares de 1894, es
decir, inhabilitando el centro del llano de Santiago, pues las construcciones
deben estar alejadas al menos 300 metros de las murallas del cuarto recinto.
Al año
siguiente se aprueba el barrio del Carmen, legalizando las cuevas y chabolas
preexistentes desde 1893 en las laderas de Ataque Seco; el barrio nace desorganizado
por no tener, como los que le siguen, proyecto previo de urbanización.
La Junta de
Arbitrios, entre 1895 y 1897, construye el nuevo matadero al pie del cerro San
Lorenzo, el mercado cubierto del Mantelete —superviviente hoy— y el actual
cuartel de la Guardia Civil. En ese último año se inaugura la primera central
eléctrica de Melilla que permitirá sustituir los viejos faroles de petróleo por
farolas.
En 1898 se
construye el cuartel de mampostería de Santiago al amparo del cual se
levantarán dos años más tarde los pabellones del mismo nombre.
En 1900 se
coloca la primera piedra del templo
del llano, a medio camino entre los barrios exteriores y los recintos,
templo que se tardará dieciocho años en terminar por falta de recursos. Al
mismo tiempo, el parque forestal, idea del General Hernández, ve plantar sus
primeros árboles.
Al año
siguiente se comienzan, a costa de la Junta de Arbitrios, los pabellones del
Buen Acuerdo, al pie de Santiago, para lo cual, las casetas y barracas allí existentes
son trasladadas a la derecha del río de Oro, en la carretera de Mazuza, donde
forman un nuevo barrio, el de Triana.
En 1902 se
inaugura el Parque Hernández y la Plaza de toros junto al barrio de Triana.
En 1903 se
construyen los pabellones de Orozco —hoy Comandancia General— que inician un
nuevo barrio, el de Alfonso XIII, que cierra el llano por detrás del Parque.
En 1905 se
comienza el barrio Obrero, en terrenos de los antiguos huertos de Ingenieros,
con lo que se completa el círculo envolvente del llano central, cuyos radios
son, desde la puerta de Santa Bárbara, a la salida del Mantelete, las carreteras
del Polígono, del Buen Acuerdo y Parque Hernández, que unen la puerta citada con
los barrios del mismo nombre y Alfonso XIII.
En 1904, el
Rey Alfonso XIII había colocado la primera piedra del puerto de Melilla, puerto
reiteradamente solicitado desde 1861. Para la construcción de los bloques del
puerto se habilita el terreno restante a continuación del Barrio Obrero hasta
cerrar todo el perímetro exterior junto al mar. El terreno a la izquierda del Río
de Oro está pues, completo, quedando solamente por ocupar el llano central.
Es diciembre
de 1906 la población alcanzará los 8.800 habitantes.
Por fin, sin
previo plan de urbanización general aprobado, por R. O. de 7 de septiembre y R.
O. de 3 de diciembre de 1906 se aprueba la construcción en el terreno restante,
intermedio entre las carreteras del Polígono y Buen Acuerdo.
Nace así,
desde la primera piedra colocada el 17 de diciembre de 1906, el barrio de Reina
Victoria, cuya construcción financiada principalmente con capital hebreo, tardaría
en finalizarse una decena de años. Al comenzar la campaña de 1909 estaba
construido en un 50% aproximadamente. Con el crecimiento de población —de
12.000 se pasa a 18.000 habitantes— se acelerarían notablemente las obras, a
las que también empujan el comienzo de las obras del puerto y establecimiento
de las compañías mineras el año anterior, obras que atraen una población que
viene en busca del nuevo Eldorado africano.
El
crecimiento de la población, como se ha visto, es un tanto anómalo: a la ciudad
vieja se adosan barrios de escasa población como la Alcazaba y el Mantelete, mientras
que en conjunto tienen mayor población o importancia se encuentran alejados del
centro.
Este
fenómeno, observado por el historiador Gabriel de Morales, le hizo decir que
Melilla crecía de fuera hacia dentro siguiendo líneas centrípetas en lugar de centrífugas
como debería ser su desarrollo natural. El hecho se explica por la prohibición
de construir a menos de 300 metros de las fortificaciones a que obligan las necesidades
militares, haciendo crecer la ciudad de forma irregular, aunque el resultado
final sea en conjunto aceptable.
3.- La gran expansión (1909-1921)
Esta etapa se
caracteriza por la existencia inicial de un plan de urbanización que pretende
ser integral o general, plan que, sin embargo será ignorado con posterioridad,
perdiéndose para la ciudad una ocasión no recuperable.
La demanda
anormal de viviendas que produce la guerra de 1909 obliga al crecimiento en
altura de edificios en los nuevos barrios y en los preexistentes.
La formación
espontánea de barriadas en las cercanías de los campamentos se regula
autorizándose la creación de barrios a la derecha del Río de Oro. Al final del período
habrá siete nuevos barrios.
La campaña de
1909-10 vuelve a repetir el proceso de 1893, esta vez en proporciones
considerablemente mayores. A finales de 1909, como dijimos, la población había
llegado a los 18.000 habitantes, sin contar la población flotante que en esta
época de inestabilidad militar es cuantiosa.
Las unidades
expedicionarias establecen sus campamentos, en su mayoría, en terrenos situados
a la derecha del Río de Oro, siguiendo el eje de la carretera de Nador. En sus
inmediaciones se irán formando una serie de poblados espontáneos que, a la
larga, por la ley de los hechos consumados, darán lugar a nuevos barrios
exteriores.
Esta
situación caótica obligará a formalizar lo que las autoridades del Ministerio
de la Guerra vienen solicitando desde años atrás: un plan de urbanización que comprenda
el territorio urbano de Melilla en su totalidad. Nace así el plan de urbanización
de José de la Gándara de mayo de 1910, por el que se da carácter legal a la
situación anterior. Entre sus postulados figura la autorización para levantar hasta
cuatro pisos. La formación de una amplia carretera de circunvalación, la extensión
de Melilla por la explanada de Alfonso XIII hasta su unión con el barrio del
Real y la creación de una plaza central en la explanada de Santa Bárbara a la salida
del Matelete.
Anteriormente,
desde la instalación de tropas en el Hipódromo, se había ido formando una
barriada irregular alrededor de! campamento, que apenas unos meses más tarde ya
tenía cierta consistencia, obligando a las autoridades a dar el visto bueno, si
bien se exigió a los ocupantes del terreno a alinear sus viviendas con respecto
a unas calles que fueron trazadas sobre la zona. Nace así el barrio del
Hipódromo.
La demanda de
solares en esta parte de la ciudad fuerza al Comandante General a autorizar
también la construcción al otro lado de la carretera, donde se encuentra el
campamento del General del Real, barrio que como el anterior se levanta
alineado sobre calles previamente marcadas por la Comandancia de Ingenieros.
El barrio del
Tesorillo, al unísono de los anteriores, crece gracias a la autoriza ción dada
por el General Arizón para que un cierto número de obreros edifique su propia
vivienda en las cercanías del antiguo huerto de las Cañas.
El Barrio
Industrial es consecuencia del Plan de la Gándara, también surgido en 1910 con
la intención de instalar en él una incipiente industria, expectativa no lograda
pues el barrio se convirtió en una extraña mezcla de almacenes y casas de vecindad
y, por excepción, alguna rara industria.
Al mismo
tiempo, en las alturas de Cabrerizas Altas, frente al nuevo acuartela miento,
se instala un reducido barrio de cantineros, barrio que, a grandes rasgos, se ha
mantenido hasta hoy sin grandes variaciones.
El primer
intento de extensión hacia la zona de Reina Regente se da en 1911, al crearse,
como iniciativa del General Arizón, un nuevo barrio obrero con viviendas en
régimen de alquiler que tomará el nombre de Príncipe de Asturias.
Todos los
barrios anteriores albergan una población compuesta esencialmente por obreros,
empleados y pequeños comerciantes.
Algún tiempo
más tarde se permite el establecimiento de algunas industrias de materiales de
construcción en los alrededores de la Batería J. edificación militar de la
guerra de Margallo para la instalación de una batería. Al amparo de aquellas industrias
se fueron acumulando viviendas clandestinas que a los dos o tres años formaban
un barrio informe sin reconocimiento oficial. Allá fueron llevadas, fuera de la
vista del público, todas las viviendas ilegales desparramadas por distintos puntos
de la ciudad. Este es el nacimiento del barrio de Batería J que tendrá otro momento
de expansión después de las operaciones militares de 1921.
Para terminar
con este estado de cosas, desde 1915 no se venden ni se ceden a canon solares,
en tanto no se disponga de la normativa conveniente que aclare la confusa
situación de la propiedad urbana y rústica.
Desde 1911 se
consolidaba la propiedad de los terrenos situados en la izquierda del Río de
Oro capitalizando el canon abonado, disposición que se amplía a los de la
derecha desde 1914.
Como se ve
por lo anteriormente escrito, gran parte de los barrios de Melilla nacen
legalizando una situación de hecho, unas veces por cuestiones de humanidad y
otras por presiones de intereses creados.
No es este el
apropiado crecimiento urbano de una ciudad como Melilla que de esta manera
perdió una ocasión favorable para seguir un plan de urbanización preestablecido;
por el contrarío, los barrios han brotado, por la fuerza de las circunstancias,
con mutua independencia. El plan de José de la Gándara, que por otra parte no
era muy ambicioso, no fue obedecido y de él solamente podemos destacar el
crecimiento en altura de las viviendas y la creación de la actual Plaza de
España, inaugurada en 1914, que dio al centro urbano una nueva perspectiva que
creemos ha sido un acierto.
4.- Una ciudad casi configurada
(1921-1956)
Hay dos
características que resaltan especialmente en esta última etapa del crecimiento
urbano de Melilla. La primera es la mejora general de la edificación
coincidente con la euforia económica de los primeros años veinte. Los edificios
se transforman ganando en altura y en empaque arquitectónico. Algunas fachadas son
reformadas para mejorar en aspecto externo.
En segundo
lugar, asistimos al nacimiento de los populares barrios al oeste del camino de
Cabrerizas, algunos ya iniciados en la época anterior. Posteriormente, desde
1940, surgirán nuevos barrios, esta vez a la derecha del Río de Oro, completando
el terreno disponible.
Por tercera
vez, unas operaciones militares en la zona de Melilla, las que provienen del
derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla en 1921, vuelven a poner de
manifiesto una anormal demanda de viviendas que presiona sobre los alquileres
al alza y promueve el nacimiento de barrios ilegales, tácitamente autorizados.
Para dejar
más clara la cuestión del suelo, diremos que en esta época gran parte de los
terrenos no urbanizados están en manos de colonos agrícolas o pertenecen al
ramo de Guerra. En las cercanías de los núcleos habitados el suelo es escaso y
generalmente está en manos del ejército.
La corriente
inmigratoria hace ascender la población, a principios de 1922, hasta los 42.000
habitantes; se ha multiplicado por siete en solamente veinte años.
Los que no
pueden pagar los elevados alquileres, que son la mayoría, levantan sus chabolas
donde pueden: playa de San Lorenzo, playa de los Cárabos, explanada de Camellos,
altos del Polígono y laderas de San Francisco.
Para alojar
en un punto central todas estas construcciones que deslucen el aspecto de la
ciudad, se conceden y se demarcan solares en las cercanías de Batería J
continuando el proceso mil veces repetido de derribar las viviendas ilegales
trasladándolas a Batería J; sin embargo, las barracas vuelven a resurgir en los
mismos puntos, teniendo que comenzar de nuevo el proceso.
En 1921, al
ocurrir el inesperado desastre, los zocos que se formaban en distintos puntos
de la ciudad se centralizaron en las cercanías de Reina
Regente para salvar a los marroquíes concurrentes de las iras de la
soliviantada población. En ese mismo punto nacería dos años más tarde el barrio
que llevaría el nombre "del Zoco"
y hoy, desde la República, el de Hernán Cortés.
Superada la
capacidad de admisión de viviendas en Batería
J, se autoriza, demarcándose solares, la construcción en Cabrerizas Bajas y
Reina Regente, formándose desde 1923 y 1924, respectivamente, los barrios de su
mismo nombre, formados por barracas. En 1924 se autoriza así mismo la
instalación del barrio musulmán de la Cañada de la Muerte.
La gran
capacidad de absorción de viviendas que tiene el barrio de Cabrerizas Bajas,
donde se demarcan solares de 60 metros cuadrados, permite trasladar durante
varios años todas las construcciones ilegales que vayan surgiendo en los distintos
puntos de la ciudad. De forma trafica, en septiembre de 1928 explosiona el
polvorín existente en el viejo fuerte de Cabrerizas Bajas ocasionando la
destrucción de más de mil barracas de las existentes en la zona.
Inmediatamente
después de la explosión se levanta en las alturas de Alfonso XIII el barrio del
General Primo de Rivera, diseñado por el propio General, en el que se
albergarán 80 familias de las damnificadas por el suceso. El barrio de Cabrerizas
vuelve a resurgir, pero esta vez las autoridades, alertadas por las pésimas
condiciones de las antiguas barracas, obliga a construir las casas de mampostería.
Con la
paralización de las operaciones, producida por el final de las campañas, no se
termina el chabolismo imperante; por el contrario, durante la vigencia de la República
se inicia, al margen de toda legalidad y en terrenos del ejército, un nuevo barrio
de barracas, el actual de Calvo Sotelo, barrio activado tras el anuncio de la inmediata
ley de cesión de bienes del patrimonio del Estado al municipio, ley promulgada
el 27 de julio de 1933. La población de Melilla, ni siquiera en épocas de crisis
profunda, ha dejado de crecer de forma continuada, obligando a la formación de
barrios improvisados.
Con la
Melilla surgida el año 1940, se comienza el barrio de García Valiño, con pretensiones
de barriada autosuficiente. En los años siguientes se va completando el terreno
comprendido entre el barrio de Calvo Sotelo y el de García Valiño; entre los
grupos construidos están las Casas Ultrabaratas, en las que se alojarán a los ocupantes
de las barracas derruidas para la construcción del actual Campo de Deportes.
Cerrando el
proceso, con proyecto de 1954, se levanta en las alturas de Camellos, último
suelo urbano aprovechable para la construcción de un gran barrio, el de la
Virgen de la Victoria. Con él consideramos acabado globalmente todo el proceso de
expansión urbana de Melilla, proceso que apenas ha durado poco más de medio
siglo.
Todos los
barrios nacidos posteriormente, y hasta la construcción del nuevo de la
Constitución, no han hecho más que completar y rellenar los huecos existentes.
Se puede
decir que el núcleo urbano básico de la Melilla actual estaba práctica mente
formado a la terminación de las campañas que le dieron vida y crecimiento.